Los semiconductores o chips se han convertido en un elemento esencial en industrias distintas de la electrónica, su origen y con la que se asocia, y las previsiones apuntan a un crecimiento de su facturación del 19 % este año impulsado por las redes 5G y los teléfonos de última generación, pero también por sectores como la automoción.

El abrupto cambio de hábitos y patrones de consumo durante la pandemia ha causado tensiones en el mercado, que ahora sufre una escasez de chips de tal magnitud como para obligar a parar la producción en fábricas de vehículos.

Estas son las claves que han llevado a esta situación:

1. ¿Qué es un semiconductor?

Un semiconductor es un elemento (silicio, selenio, etc.) que tiene propiedades para conducir la electricidad. Tienen muchos usos en aplicaciones industriales, sobre todo en la fabricación de chips o circuitos integrados. Tanto es así que chip y semiconductor se utilizan como sinónimos.

Actualmente todos los sectores usan chips, lo que ha incrementado su demanda ya desde antes de la pandemia. Los últimos datos de la consultora Gartner cifran los ingresos en 2020 del mercado mundial de semiconductores en 466.237 millones de dólares (unos 390.000 millones de euros), un 10,4 % más que en 2019.

2. ¿Cómo está organizada la cadena de producción?

Hay dos grandes bloques de empresas, los vendedores y los fabricantes, aunque algunas compañías están presentes en las dos partes de la cadena.

El suministrador del chip, por ejemplo, Qualcomm o MediaTek, lo diseña con determinadas funciones, pero no lo fabrica sino que lo encarga a otra empresa que tiene la capacidad de fabricar un chip de esas características. Solo unas pocas son capaces de producir los más novedosos y avanzados -los de menor tamaño- y, a medida que la tecnología es más madura, la concentración disminuye.

Algunas grandes corporaciones tienen capacidad para estar en toda la cadena de producción, como Samsung; otras optan por fórmulas mixtas, como por ejemplo fabricar solo el procesador (que es un chip o un conjunto de chips que hacen unas funciones determinadas) y comprar el resto de terceros, como ocurre con Apple.

3. ¿Quién domina el mercado mundial de chips?

La concentración es muy alta, sobre todo en los más avanzados tecnológicamente, que son los de 7 y 5 nanómetros (nm). El catedrático de Electrónica de la Universidad Complutense de Madrid Ignacio Mártil señala que en la actualidad solo hay tres fabricantes en el mundo capaces de producir chips de gama alta, cuando en 2001 había 18 compañías que hacían semiconductores de última generación.

Según el ranking de la consultora Gartner, los tres primeros suministradores del mundo (Intel, Samsung y SK Hynix) controlan casi el 35 % de las ventas mundiales. Entre los fabricantes, la taiwanesa TSMC ocupa la primera posición con un 58,8 % del mercado por ingresos, seguida de UMS, que tiene una cuota del 7,8 %.

4. ¿Por qué escasean?

Ignacio Mártil considera que existe un problema de exceso de demanda que los fabricantes de chips no pueden atender. «Viene de atrás y el año 2020 lo aceleró todo» con el incremento de la compra de equipos informáticos para ocio y para trabajar en casa como consecuencia de la pandemia, explica.

Raymond Torres, director de Coyuntura y Economía Internacional de Funcas, añade que tras el desplome causado por la covid-19 se ha producido una «abrupta recuperación del comercio internacional sobre todo de manufacturas» lo que genera distorsiones en los suministros.

Además, acontecimientos fortuitos (cortes en la fabricación por las nevadas en EE. UU., un incendio en una planta de Japón) han obligado a parar temporalmente algunas fábricas de semiconductores.

5. ¿Cómo afecta a la automoción?

La pandemia ha favorecido la compra de móviles, pantallas o tabletas para ocio y teletrabajo, pero ha hundido la de vehículos debido a las restricciones, a la crisis económica y a la obligada parada de muchas fábricas en todo el mundo. Al retomar la producción de automóviles a medida que la economía se recupera, los fabricantes de semiconductores están volcados en atender a otros clientes y hay problemas para suministrar todos los pedidos a la vez.

«Los chips que llevan los coches son sofisticados, pero no de última generación. El margen de beneficio de los chips de automóviles es muy pequeño respecto a los más nuevos y los vendedores, ante un exceso de demanda enfocan su producción a los que dan más beneficio y dejan los demás, entre ellos el automóvil», añade Mártil.

Torres señala que la automoción es un sector «supercompetitivo y con unos márgenes estrechos que le impiden aumentar mucho el precio de esos insumos».

6. La electrónica coloniza el automóvil

El uso de componentes electrónicos en la automoción es viejo, pero en los últimos años se ha intensificado. Según los datos de Gartner, entre 2014 y 2019 las ventas del mercado de semiconductores para automoción han crecido a un ritmo anual del 6,1 %. Y la previsión es que continúen creciendo y en los próximos 20 años se multipliquen por cinco, hasta alcanzar los 200.000 millones de dólares en 2040, calcula un informe de KPMG.

La combinación de electrificación del parque, vehículo autónomo y conectado y los nuevos servicios de movilidad, señala KPMG, van a definir el automóvil del futuro, que tendrá mejores sistemas asociados y también muchos más chips: un vehículo autónomo tendrá entre ocho y diez veces más que uno convencional.

7. ¿Cuándo acabará la escasez de chips?

La generalización del uso de semiconductores provocará que su demanda siga creciendo. La consultora IC Insights calcula con un criterio conservador que el mercado mundial de circuitos integrados aumente en 2021 un 19 %.

A finales de marzo Intel, que tradicionalmente fabricaba chips solo para sus procesadores y sus productos, anunció que va a invertir 20.000 millones en dos nuevas plantas en Arizona para producir para terceros mediante una nueva línea de negocio (Intel Foundry Services), lo que da una idea del crecimiento esperado del sector.

El exdirector de Qualcomm España Eloy Fustero señala que hay elementos que hacen pensar que la situación puede extenderse más allá de este año, ya que poner en marcha una fábrica requiere grandes inversiones y lleva tiempo.

Algunas consultoras prevén una normalización del mercado a finales de este año, aunque otros expertos como Mártil consideran que la situación se va a prolongar y el problema actual no se solventará hasta finales de 2022.