Mar Morales. El ruido es un “veneno invisible” que requiere de un «tratamiento urgente» según varias expertas que, en el Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido del pasado 28 de abril, han advertido en contra de «la normalización del exceso» de decibelios urbanos, vecinales o derivados del tráfico rodado.

Un informe sobre contaminación acústica ambiental de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) indica que más de 100 millones de personas en Europa están expuestas diariamente a niveles de ruido que perjudican su salud, lo que supone una afección en «una de cada cinco personas» sólo en este continente.

La exposición a largo plazo, incluso a los niveles habituales en zonas urbanas, tiene «importantes repercusiones para la sociedad”, explica en una entrevista a Efe la presidenta de la Asociación de Juristas contra el Ruido (AJR), Yomara García, que apunta a un verdadero problema de salud pública.

Una dificultad importante a la hora de paliar sus efectos es el hecho de que “muchas personas no son conscientes” de una situación que «ha normalizado» los excesos acústicos.

García precisa que una exposición prolongada al ruido en el hogar afecta directamente al sistema inmune, de tal manera que el cuerpo empieza a fallar con “problemas cardiovasculares, insomnio, depresión o ansiedad anticipatoria” originados todos ellos por los sonidos procedentes de otras viviendas, terrazas o carreteras.

Las consecuencias del tráfico

En esta misma línea coincide la experta en contaminación acústica de Ecologistas en Acción, Jimena Martínez, quien sostiene que “el 80 % del ruido procede del tráfico rodado”, un factor también implicado en la contaminación atmosférica, aunque este último tipo de polución recibe más atención pública.

“Depende de dónde vivas, te verás más afectado”, recuerda, ya que la contaminación acústica incide en las zonas próximas a los focos emisores debido a que «el ruido se propaga linealmente».

Además de los daños en la capacidad de audición, el problema es que “te acabas acostumbrando a ese nivel” aunque sea superior al permitido, lo que alimenta una situación de estrés y ansiedad permanente, sobre todo para el 30 % de los españoles que, según sus datos, están sometidos a niveles diarios superiores a los 65 decibelios, frente a los entre «45 y 55 decibelios» recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Áreas de tráfico intenso, cinturones industriales, aeropuertos o zonas de ocio conforman otros focos de ruido que pueden conllevar afecciones vinculadas al sistema nervioso así como en capacidades cognitivas y del sueño.

A medio y largo plazo, se añaden las molestias respiratorias y cardiovasculares junto con diagnósticos de diabetes y alteración en mecanismos hormonales, por lo que el ruido puede considerarse según Martínez, como “un gran problema olvidado, especialmente en las grandes ciudades”.

Entorno medioambiental

Y no afecta sólo a los seres humanos, ya que tiene un impacto «sobre el entorno medioambiental», tanto sobre las especies animales como en las vegetales y, en general, en todo el hábitat.

Una forma de afrontar este desafío es, en su opinión, la incorporación de medidas de movilidad sostenible como el fomento del transporte público, el uso de la bicicleta, la peatonalización o los cortes de tráfico en entornos escolares.

El ‘World Report on Hearing’ (Informe Mundial sobre la Audición) de la OMS revela que, en la actualidad, más de mil millones de jóvenes en todo el planeta corren el riesgo de padecer pérdidas auditivas por lo que diversas asociaciones del sector aprovecharán la jornada conmemorativa para intentar concienciar a la sociedad.

Entre ellas, la ARJ, constituida por letrados especializados en contaminación acústica, organiza este miércoles el webinar ‘Aula Abierta’ con presencia de médicos, juristas, ingenieros y peritos acústicos.

El Día Internacional de la Concienciación sobre el Ruido se conmemora el 28 de abril desde 1996, a iniciativa del Centro para la Audición y Comunicación, una institución sin fines de lucro fundada por el educador sordo Edward B. Nitchie en 1910.