Mazda MX-30: el eléctrico japonés que no es para todo el mundo

Javier Millán Jaro / EFE | 

El fabricante japonés Mazda ha iniciado la comercialización de un vehículo muy importante para el futuro de la marca, ya que se trata de su primer eléctrico 100% que produce en serie a nivel mundial, el MX-30.

El Mazda MX-30 es un SUV de 4,39 metros de largo, 1,79 metros de ancho y 1,57 metros de alto que está propulsado por un motor eléctrico de 145 CV y 271 Nm de par máximo, al que alimenta una batería de 35,5 kWh que tarda en recargarse 36 minutos (del 20 al 80%) en un punto de carga rápida y unas tres horas en un wallbox —la marca lo regala actualmente, la instalación la paga el usuario—.

Con este propulsor eléctrico el MX-30 puede alcanzar una velocidad máxima de 140 km/h y recorrer hasta 265 kilómetros en recorrido urbano, que se quedan en 200 km si hacemos una conducción también por carretera.

En julio ya probamos su funcionamiento en ciudad y hoy tocaba hacerlo fuera de la urbe, en un recorrido de casi 100 kilómetros en el que hemos circulado por carreteras con firme deteriorado, hemos bajado un puerto de montaña (con circulación congestionada hemos recargado la batería en 3 km aprovechando la frenada regenerativa) y hemos salido a autopista.

Hemos partido con una autonomía de 210 km y hemos acabado la ruta con una autonomía de 86 kilómetros y un gasto medio de 20,9 kWh/100 km.

Características comunes que hemos experimentado en los diferentes trazados: el perfecto aislamiento del habitáculo de lo que sucede en el exterior, el buen comportamiento del chasis (sus medidas compactas y la rigidez torsional de la carrocería, un 30% superior a la de su «hermano» el CX-30) y el alto confort de marcha del que se disfruta.

Para evitar que esta burbuja de paz pueda distraernos de la conducción, los ingenieros de Mazda han dotado al MX-30 de un sonido (Mazda sound concept) que nos acompaña cuando aceleramos para que seamos conscientes de que estamos al volante y no entremos en un estado de absoluta relajación.

Como le gusta decir a la marca japonesa, la conexión ‘Jinba Ittai —jinete (conductor) y montura (coche)—’ tiene que ser máxima, razón que les ha llevado a que el MX-30 se conduzca como sus hermanos de combustión.

Salvo la caja automática (de una única velocidad) y los 5 modos de regeneración de la energía de la frenada (se activan desde las levas en el volante), todo se desarrolla como en un vehículo de combustión, lo que es no es baladí, ya que no son pocos los conductores que se quejan de los «períodos de adaptación» que conlleva el uso de un eléctrico.

En cuanto a su diseño exterior destaca por la ausencia del pilar B, lo que permite que sus puertas tengan una apertura enfrentada para facilitar la entrada a los pasajeros de atrás, lo que no es fácil en un parking en el que nos hayan aparcado cerca de nuestro vehículo.

Una cintura de hombros alta y una línea de techo tipo coupé hace que las ventanas traseras no cuenten con mucha zona acristalada.

Del interior reseñar el uso de materiales sostenibles (corcho en la consola flotante, PET de botellas recicladas en las tapicerías de las puertas o piel sintética) y la profusión de pantallas (el cuadro digital de siete pulgadas, la central de 8 del sistema de infoentretenimiento y el head-up display), lo que le da un toque muy tecnológico y ecológico a la vez.

En definitiva, el Mazda MX-30 no es un coche para todo el mundo, ya que -como explica la marca- está orientado a un conductor urbano o que vive en municipios cercanos a las grandes ciudades y que habitualmente suele recorrer unos 50 kilómetros al día; se va utilizar como segundo coche de una familia (podrá llegar a ser el primero) y su conductor tiene poder adquisitivo y nivel educativo alto.

Sin embargo, su precio de partida (desde los 34.950 euros descuentos aparte), está en la parte baja de la tabla, ya que —según datos de Mazda— la tarifa más baja en la competencia es la del Hyundai Kona (34.445 euros) y la más alta la del BMW i3 de 120AH (desde 42.970 euros).

Por potencia se encuentra en la zona media-alta y por autonomía mixta en la zona baja, ya que le superan todos con autonomías que van desde los 222 a los 417 kilómetros del nuevo Volkswagen ID.3

Esto es lógico ya que Mazda ha apostado por una batería más pequeña y que a lo largo de todo su ciclo de vida (desde la extracción de los minerales a su reciclaje final) generará menos emisiones contaminantes.