Pacificar el tráfico, conectar la huerta, perfilar una ciudad responsable
Por Lidia Caro Leal · Fotos: Kike Taberner | Reportajes, Movilidad
La movilidad sostenible pasa a segundo plano en cuanto nos alejamos de la ciudad y circulamos hacia las pedanías y pueblos de l’horta. Conectar València con la huerta es una necesidad urgente para proteger el entorno natural y patrimonial.
En el mapa cartográfico de la Generalitat Valenciana se refleja el trazado de las infraestructuras ciclistas actuales con unas líneas verdes. En rojo están las actuaciones futuras. Conforme nos alejamos del cap i casal, las líneas desaparecen, también baja la frecuencia del transporte público. Basta con hablar con miembros de las asociaciones vecinales para notar que en lo que respecta a la movilidad sostenible, los pueblos y pedanías que rodean València están desconectados.
El muro de Benifaraig
Benifaraig es una pedanía integrada en los Pobles del Nord, un distrito de poblaciones dispersas y carácter agrícola. L’horta más reconocible y milenaria, protegida sobre el papel por la ley 5/2018, de 6 de marzo. El texto regula los usos y actividades y señala que es un «espacio de gran valor productivo, ambiental y cultural (…) Como es ampliamente reconocido por la comunidad científica, constituye uno de los paisajes agrarios más relevantes y singulares del mundo mediterráneo. Es un espacio de acreditados valores productivos, ambientales, culturales, históricos y paisajísticos, merecedor de un régimen de protección y dinamización que garantice su recuperación y pervivencia para las generaciones futuras. La Huerta de València posee un elevado valor simbólico y una dimensión internacional evidente».
A principios de este mes, los vecinos de Benifaraig se toparon con un pantalla opaca de protección acústica de más de 100 metros de largo por 4 de alto que, además de provocar un fuerte impacto visual y no dejar ver la huerta, dificultaba el desplazamiento peatonal al otro lado de la carretera CV-315, donde se encuentra el Colegio Público Manuel González Martí, varias alquerías y campos. La pantalla, bautizada como “muro de la vergüenza”, ha sido instalada por la empresa responsable de las obras de urbanización del PAI U.E. A PRI BENIFARAIG PN-2 que discurre junto a la carretera. El PAI aprobado en 2006 y modificado en 2009, se encuentra en la fase de parcelamiento y urbanización, es decir, se están trazando las calles e instalando los sistemas de alcantarillado y suministro energético para que en un futuro, cuando se vendan las parcelas, se edifique.
Desde la Associació de Veïns de Benifaraig entienden que la Diputació de València solicitó al promotor del PAI (el Ayuntamiento de València) un estudio acústico que informara sobre los decibelios que soporta el terreno. En Diputació señalan que la GVA era la institución solicitante de los informes. El estudio acústico arrojó que la pantalla era necesaria y al estar aprobado el PAI antes de la publicación de la Ley de la Huerta, no se consideraba que causara un impacto visual, medioambiental y paisajístico.
Según Diputació, estas pantallas se instalan para proteger a los vecinos y previa consulta, pero en Benifaraig ni se hizo la consulta, ni hay vecinos como tal —hasta que el PAI esté terminado y habitado pueden pasar más de 10 años— ni se ha tenido en cuenta la sensibilidad del entorno. Ahora bien, el ruido mediático se ha centrado en el “muro”, pero esto es solo la configuración de la red de carreteras y caminos la que hiere l’horta.
Desconexión pedánea
«La movilidad sostenible es una asignatura pendiente», declara Tamara Martínez, la alcaldesa pedánea de Benifaraig. Martínez insiste en que hay que examinar atentamente qué administraciones son las competentes para intervenir en la infraestructura. Desenvolupament Urbà, Regidoria d’Agricultura, Horta i Pobles, Mobilitat, Alcaldia Pedània, Diputació, Obres d’Infraestructura… La lista de delegaciones con competencias es larga. En ocasiones se echa en falta una conversación fluida y resolutiva entre los organismos. «En Compromís nos reunimos con diputación para proponer la pacificación del tramo que nos afecta y una rotonda que regule el tráfico. La diputación la aceptó, pero aún no la ha dotado de presupuesto. Estamos luchando por la movilidad sostenible, por ofrecer otras alternativas de transporte a los habitantes del pueblo».
Enriqueta Llopis, alcaldesa pedánea de Poblenou, es contundente sobre el olvido que se tiene de las pedanías: «el olvido es fragante, el camino de Moncada no tiene ni arcén ni aceras, hay paradas de autobús sin pasos de cebra. Para cruzar “legalmente” a la parada hay que andar medio kilómetro en una dirección y luego desandar en el otro lado. Es insostenible. La carretera, que tiene un tránsito aproximado de 18.000 vehículos, pasa por mitad de la población. Es absolutamente intransitable».
Camino es el fotolibro de Blanca Sanfélix, fotógrafa y vecina de Alfara. En la publicación autoeditada recoge las escenas cotidianas del Camino de Moncada/CV-315: «Hice el libro al pensar en los no-lugares, lugares por donde pasas todos los días pero no los consideras un lugar porque mucha gente que pasa prácticamente todos los días para por aquí, pero se piensan que están en Moncada u otra población. Hay total desconocimiento, no solo a nivel movilidad, también de cultura».
CV-315, CV-311 y otras carreteras por pacificar
«La carretera se sacó del pueblo, que era necesario, el problema es que se ha ido ensanchando, y eso hace que los coches cada vez se sientan más cómodos y cojan más velocidad. Ahora con la pantalla se corta el camino y tenemos que transitar por el arcén. Hay que pacificarla. Si no fuera una línea recta que propicia la velocidad, no haría falta la pantalla». Paula San Nicolás, de la Associació de Veïns de Benifaraig, señala los puntos negros de la CV-315 que acumulan un mayor número de accidentes. En 2010 un joven de 15 años falleció cuando un vehículo se saltó el semáforo en una de las intersecciones más conflictivas de la carretera.
La llamada carretera de Tendetes (segmento de la CV-311) es otra de las localizaciones en las que el tráfico de vehículos motorizados diezma la tranquilidad de la huerta. Aquí la Diputació de València tiene un proyecto de reforma que según la asociación Per L ’Horta, da la espalda a vecinos y agricultores de Alboraya. El proyecto prevé ocupar 3.400 m2 de huerta para a construir una rotonda y un tramo de carril-bici que ignora la la Ley de la Huerta y el PATH (Plan de Acción Territorial de Ordenación y Dinamización de la Huerta). Per l’Horta denuncia que no se haya realizado un proceso participativo que recoja las inquietudes de los vecinos además de que la finalidad de esta reforma es reducir las retenciones al permitir que los vehículos circulen a mayor velocidad. En las fotografías actuales de estas carreteras se observan dos semáforos y una larga cola de vehículos impacientes, muchos de ellos pesados.
Javier Piedra, Jefe del Servicio de Carreteras de la Diputación de València, explica que hay un plan para pacificar el Camino de Moncada y que durante esta legislatura se espera licitar las obras, siempre previo consenso con los afectados. «Hay dos visiones: el que quiere una gran carretera para ir rápido, cosa descartada y el planteamiento de obra muy blanda que busca la movilidad sostenible. Hemos hecho partícipes a todos los afectados, vamos a analizar las alegaciones y preparar el pliego». Respecto a Les Tendetes y la carretera que va de Alboraya a Port Saplaya el planteamiento es el mismo, donde sacar la carretera del pueblo está descartado por respeto a los terrenos hortícolas. «En este último caso estamos en fase final. No hubo un estudio preliminar, usamos la información pública para llegar a un consenso». Piedra enumera el uso de medidas “blandas” (más baratas y fáciles de implementar) como estrechar el espacio destinado para el vehículo, eliminamos arcenes y trasladar ese espacio a peatones, señalización limitante o instalar reductores de velocidad.
Más gestión del tráfico, menos infraestructuras
«Siempre ha habido desconexión entre los pueblos de la huerta y la ciudad. ¿Y cuál ha sido la solución? Hacer más carreteras pero nosotros pensamos que no, que hemos dejado en manos de los ingenieros de camino el diseño del territorio y ellos no tienen una visión global». Al habla Josep Gavaldá de la asociación Per L’Horta, Josep recomienda «una vuelta al pasado pensado por el futuro» que pasa por recuperar los antiguos caminos para el uso peatonal, ciclista y vehículos agrarios. La asociación plantea un anillo verde metropolitano que favorezca los desplazamientos en bicicleta desde o a la ciudad desde las poblaciones que rodean València.
«Las poblaciones de la huerta están situadas relativamente cerca las unas de las otras. La gente tenía la movilidad asegurada porque porque podía ir andando. Con las carreteras y el aumento del tráfico se ha producido una fragmentación del territorio. Lo que hay que hacer es sencillo: los caminos y carreteras de la huerta tienen que ser tranquilos, hay que evitar el tránsito no con rotondas e infraestructuras, sino con gestión. Si se contruyen, ha de ser con una intervención mínima que no fragmente el terreno, con estrechamientos y trabas a la velocidad».
Enriqueta Llopis puntualiza al respecto de la protección de la huerta: «Está planteada de una forma tan estricta que va a acabar con la propia huerta. Su protección tiene que ser compatible con vivir en ella. El planteamiento no cuenta con la realidad de estos pueblos, esto pasa porque las culturas analizadas desde fuera tienen unas conclusiones falsas porque no parten de premisas verdaderas».
Un plan para conectar la ciudad y la huerta por Benimaclet
«Estamos ante la posibilidad de conectar la ciudad con la huerta norte. Es la última oportunidad». El arquitecto Arturo Sanz es coordinador de la estrategia integral participativa Benimaclet és futur y partícipe de Benimaclet porta a l’horta, una propuesta de la asociación vecinal de Benimaclet que busca un modelo más respetuoso de ciudad. «El PAI de Benimaclet lleva 30 años estancado y creímos que había hacer algo. La idea principal es que seguimos gastando millones de euros en infraestructuras que destrozan el paisaje y no permiten una transición con la huerta».
La propuesta, que contiene tres ejes de trabajo (el PAI de Benimaclet, el soterramiento parcial de la Ronda Norte y la desclasificación de los terrenos de La Lechera), fomenta de la participación democrática en temas urbanísticos a través de procesos que recogen las voces de distintos colectivos. La finalidad es dar con un modelo de ciudad responsable con el entorno natural y patrimonial de la huerta. En el plan entra la movilidad sostenible de pleno al potenciar los corredores verdes, unos senderos naturales e históricos que conectan la ciudad con l’Horta Nord.«Para bajar la edificabilidad hay que poner todas las cartas sobre la mesa. Enterrar la ronda, recuperar los terrenos de La Lechera y el PAI. Al enterrar la ronda se recuperan dos caminos antiguos que conectan Benimaclet con la ciudad y la huerta, que entra a saco, sin tonterías».
Aunque en los últimos años se ha avanzado para suavizar el deslinde entre la ciudad y la huerta, sigue siendo muy marcada la frontera entre ambas zonas. Si las infraestructuras y sistemas de movilidad no permiten una circulación fluida y basada en la movilidad sostenible, se tiende a que se acreciente el envejecimiento de las poblaciones en el entorno rural. Las carencias en transporte público y vías seguras de movilidad ciclista o peatonal expulsan a los jóvenes hacia las urbes, congestionado aún más los núcleos urbanos. Para las personas mayores también es esencial contar con itinerarios seguros que protejan su independencia de movimientos. Además, la fragmentación del territorio como consecuencia de la expansión de las infraestructuras viarias ataca a las poblaciones de especies de animales pero también, de la especie humana que se hace dependiente del automóvil para acceder a los núcleos de poblaciones vecinas.
One more thing: las demandas de una configuración espacial ecológica del paisaje atienden a un fundamento científico, la preservación del suelo hortícola y del sistema de regadío histórico de la huerta de València —declarado como Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) por la FAO— es esencial para evitar inundaciones y prevenir la erosión. Salvar y conectar la huerta para salvarnos a nosotros.