Bajo el lema “No más promesas vacías”, activistas de todo el mundo, liderados por Fridays For Future – Juventud por el Clima, vuelven a movilizarse para denunciar la inacción de los Gobiernos frente a la emergencia climática. Tras un año inmerso en una gravísima crisis sanitaria, consecuencia directa de la pérdida de biodiversidad, del cambio climático y de un proceso de globalización que lo ha arrasado, el planeta se encuentra al límite.
Con más de 700 ciudades y municipios de todo el planeta convocados y decenas en todo el territorio español, la voz de la juventud vuelve a escucharse en las calles para transmitir la rabia y el hartazgo que siente gran parte de una generación ante la inacción política frente a problemáticas tan graves que exigen una acción firme e inmediata.
Según la Organización de Naciones Unidas, la falta de ambición en los compromisos de los países dirige el planeta a un aumento de la temperatura global muy por encima de los 3 °C, lo que provocaría consecuencias catastróficas para la humanidad y los ecosistemas.
En el Estado español, las movilizaciones coinciden con la tramitación en el Congreso de los Diputados de la Ley de Cambio Climático, que Juventud por el Clima declara “insuficiente y poco ambiciosa, ya que dista mucho de las exigencias de la comunidad científica y los movimientos ecologistas”. Una ansiada ley que ni se acerca a los objetivos marcados por el IPCC, ni siquiera a aquellos señalados por la propia Unión Europea. “No hay tiempo para discursos vacíos, necesitamos acciones valientes y ambiciosas. Y las necesitamos para ayer”, aseguran desde la organización. Esta norma se une, además, a la llegada de los fondos Next Generation de la Unión Europea, 140.000 millones de euros que, de acabar en manos de las mismas corporaciones que han generado el problema climático, “podrían seguir inclinando la balanza hacia un sistema precarizador, explotador y ecocida”.
La crisis climática enturbia el futuro de la juventud en todo el mundo, poniendo “una espada de Damocles sobre la cabeza de las nuevas generaciones”, según portavoces de Juventud por el Clima. A esto se suma, en el Estado español, la precarización de los sectores más jóvenes de la población, con un 40% de paro entre los menores de 25 años, que genera una sensación de mera supervivencia, insostenible para muchas personas, así como una salud mental debilitada. La pandemia de la COVID–19 ha llevado hasta el extremo esta realidad precaria. Ante el futuro que se plantea apenas hay espacio para el optimismo. “Pocos motivos quedan para seguir creyendo en unas maneras de hacer, de vivir y de convivir que lejos de construir, destruyen”, declaran.
Esta precariedad afecta con mayor intensidad a los colectivos más vulnerables e históricamente maltratados. Las mujeres, especialmente aquellas más empobrecidas, disidentes, trans, defensoras y del Sur global son quienes sufren en mayor medida las consecuencias del actual modelo productivista. El hecho de que la humanidad esté en deuda constante, tanto ecológica como con tantos colectivos, obliga a pensar en un obligado cambio de raíz, priorizando y convirtiendo en cotidianos los cuidados, el afecto y lo común.
“Dejemos de endeudar nuestro futuro”, concluyen desde Juventud por el Clima.