Sergio Fernández Tolosa (Barcelona, 1974) es periodista y lleva recorriendo el mundo, a bordo de una bicicleta, desde que a los 16 años se marchó a los Pirineos con su vecino Aitor. De aquello han pasado muchos años y muchos kilómetros. También muchos artículos, muchas fotografías, muchos programas de radio y de televisión. Y algunos libros como 7 desiertos con un par de ruedas, donde narraba lo vivido, entre abril de 2003 hasta junio de 2007, por los desiertos de Australia, Atacama, Mojave, Namib, Kalahari, Gobi y Sáhara.
Ahora tiene nueva criatura en papel: España en bicicleta: 101 rutas ciclistas imprescindibles (Geoplaneta), una guía que hace paradas en el Cabo de Gata, los Pirineos, los Picos de Europa, Las Hurdes, Ibiza o La Alpujarra, por citar solo algunos de los numerosos destinos recogidos. En sus páginas, además aconseja sobre la bicicleta ideal, la época del año en que hacer cada recorrido, lugares donde dormir y lo que no hay que perderse.
Para conocer mejor a Sergio podéis visitar su web (conunparderuedas.com) o leer el TestEZ que nos ha contestado:
Un recuerdo de infancia o juventud relacionado con viajar en coche.
El verano siempre ha sido para mí la mejor época del año. Significaba vacaciones, moverse, mar, viajar, helados… Recuerdo un año que mis padres cogieron el Seat 124, le engancharon la caravana –una Tuset de formas redondeadas–, ataron la tabla de windsurf en la baca y nos fuimos todos un mes a recorrer la costa del Mediterráneo. De vuelta, cambiamos un poco la ruta y nos alejamos un poco de la playa, pasando por la Serranía de Cuenca. La gente de los pueblos flipaba y la verdad es que la escena era divertida: «¿Un windsurf por aquí? ¿os habéis perdido?».
¿Cómo era tu primera bicicleta?
De niño, mi primera bicicleta fue heredada. Mi padre la restauró y pintó de color rojo, así que no se veía la marca. Seguramente era una BH. Luego, a los 16 mis padres me regalaron mi primera mountain bike, era una GAC Ketama de color amarillo chillón y verde. Aquello era una máquina de fabricar endorfinas y soñar con nuevos horizontes.
¿Y tu primer coche?
De joven usé el Peugeot 106 de mi madre. Luego lo vendimos y he vivido sin coche durante casi quince años. Si resides en una ciudad como Barcelona, creo que no tener coche es una muy buena opción. Cuando necesitaba uno, lo alquilaba para esos días y me ahorraba dinero y preocupaciones. Ahora que vivimos en un pueblo, tenemos un Dacia Dokker, pero lo usamos realmente poco. Vamos en bicicleta siempre, al mercado, a la compra….
Un viaje en coche, moto o bicicleta que nunca olvidarás.
Desde que descubrí el cicloturismo a los 16 años, la bicicleta ha sido mi vehículo favorito para explorar. Todos los viajes que he hecho en bicicleta me transmiten la misma sensación de libertad: desde la travesía por Atacama y el Salar de Uyuni a las estepas desérticas del Gobi, en Mongolia, el Camino de Santiago, mi primera Transpirenaica, en solitario y con 17 años… El que tampoco se me olvida es un viaje que nunca llegué a hacer. Con 14 años heredé el Vespino SC Aleación de mi padre. Él se había comprado una Vespa T5 unos años antes, pero lo guardó para cuando yo creciese. Entonces empecé a salir de excursión con aquel pequeño «potrillo de hierro» –por aquel entonces, yo ya era un chaval alto–. Enseguida me imaginé recorriendo el mundo en Vespino, con una mochila atada a la parte posterior de aquel asiento alargado en el que la ley prohibía llevar acompañante. Cuando descubrí que la bici tenía mucha más autonomía, aparqué el Vespino y me fui con ella a ver mundo.
¿Cuál es tu ciudad favorita para caminar?
No soy muy viajero de ciudades, pero durante mi estancia en Nueva York me encantaba pasear por Manhattan. Me gusta caminar por ciudades sin ruidos. Sé que no es fácil, pero no pierdo la esperanza.
Cuando llegas a una ciudad desconocida, ¿en qué transporte te gusta recorrerla?
A pie o en bicicleta. Me gusta tener la sensación de poder parar en cualquier sitio, improvisar. No me gusta ir con un plan fijo. Creo que vagando con la mente activa me fijo en lo que realmente me interesa y así descubro cosas que no salen en las guías. Es lo que hace que mi viaje sea una experiencia personal, imprevisible, distinta a lo que hace el resto.
¿Hábitos y manías en tus transportes diarios?
Actualmente me tengo que desplazar poco de forma cotidiana. Cuando vivía en Barcelona, procuraba plantearme las gestiones o desplazamientos del día a día como excursiones. Así se me hacían más amenos. Escogía rutas distintas, cambiaba de medio de transporte –aunque básicamente iba a pie o en bicicleta–, aprovechaba para intercalar alguna otra actividad…
¿Qué medio de transporte de ficción (que aparezca en un libro, película, serie,..) te gustaría probar al menos una vez?
El teletransporte. Me encanta viajar, pero hay trayectos que me gustaría poder resolver en medio segundo. Eso no significa que me atraiga la velocidad, que creo que está emocionalmente sobrevalorada.
¿Qué viaje tienes como asignatura pendiente y en qué transporte te gustaría hacerlo?
Me habría gustado hacer un viaje o una microaventura de pocos días en windsurf, parando a dormir en las playas, transportando lo necesario en una bolsa estanca colocada en la popa de la tabla. Son sueños de juventud. Lo que sueño ahora es mucho más factible, más realista. No digo que no se pueda hacer, ni que yo no lo pudiese hacer, pero hay una gran diferencia entre «me gustaría hacer esto» y «me gustaría que me gustase hacer esto». Si te gusta algo realmente, buscas la manera de hacerlo realidad. No puedes evitarlo.
¿Cómo imaginas el futuro de la movilidad?
Mejor. Como dicen los gurús más optimistas, «sólo se puede mejorar». Es nuestra obligación. Por otra parte, no entiendo cómo hay gente dispuesta a pasar tantas horas cada día yendo de un lado para otro sólo para ir al trabajo, al colegio, la universidad, la compra… Ese tiempo es vida.