El vehículo del futuro era… la bici

Una ‘nueva realidad’ y una ‘nueva movilidad’.  Nos preguntamos cómo nos moveremos en el futuro. Si nos conformamos con más coches particulares y menos transporte público, renunciaremos a todo lo aprendido sobre sostenibilidad. De ahí que todas las miradas se hayan vuelto en una misma dirección: es la hora de la bici

Años, décadas y siglos imaginando cómo sería el transporte del mañana. De los vehículos articulados de ‘Mad Max’ a las naves voladoras de Blade Runner, pasando por los sistemas de autopropulsión o las cápsulas subterráneas. Más verosímiles son los trenes supersónicos y los coches con autonomía, cuya tecnología está bastante evolucionada. Quién nos iba a decir que un organismo microscópico ralentizaría su fulgurante trayectoria en favor de un vehículo histórico, menos raudo, pero más sostenible. De repente, el Covid nos aleja del transporte público y nos empuja al desplazamiento unipersonal. Y para no abusar del motor, solo nos deja una alternativa: pedalear. La bici, ese objeto del futuro.

Así están las cosas

«¿Cómo será el transporte post-crisis?», nos preguntamos, cuando el descenso de la curva nos permite divisar el horizonte. Los aviones y los trenes dejan de tener sentido en un mundo sin movilidad entre países ni autonomías. Apenas nos desplazamos por las ciudades, como mucho podemos recorrer las provincias y, una vez más, nos enfrentamos a más incertidumbres que certezas, mientras los indicadores revelan algunas tendencias:

➜ Usamos más el coche.
El vehículo privado ha sido el medio predilecto para los desplazamientos puntuales de estos días, ¿pero qué pasará a partir de ahora? Aunque la patronal española Anfac alerta de una caída del 45% en la fabricación de vehículos durante el último mes, el repunte podría darse de manera espontánea. En China, con el inicio de la pandemia, las ventas de coches se desplomaron un 80%, según datos de la consultora Ipsos. Sin embargo, conforme avanzó la crisis, el uso del automóvil prácticamente se duplicó entre la población, animado por el miedo al contagio. Tal es así que, entre los encuestados sin coche, un 66% se mostró dispuesto a comprar uno.

➜ Nos fiamos menos del transporte público.
Los autobuses viajan vacíos estos días, sin ni siquiera completar el tercio de aforo. Cuando millones de trabajadores quieran volver a sus puestos, será difícil mantener las distancias de seguridad en los medios de transporte público. La Comunidad de Madrid estima que, para un correcto uso de los mismos, solo el 30% de los viajeros cotidianos debería emplearlos. Esto, sumado a la incomodidad de pertrecharse con mascarilla (en países como Austria es obligatoria), podría apartar a los pasajeros de los trenes, metros y autobuses. Incluso los taxis y el carsharing sufrirían un impacto similar, debido a la limpieza constante que se requiere.

➜ Y entonces, nos volvemos hacia la bici.
De toda crisis, nace una oportunidad. En busca de una solución a los puntos ya mencionados, los Gobiernos internacionales se han abierto a nuevos modelos de movilidad y, en el centro, nada más y nada menos, que se sitúa la bicicleta. Un medio de transporte unipersonal, seguro y sostenible, que permite respetar la distancia física y garantiza la salud comunitaria. Si volvemos a buscar patrones en el extranjero, según The New York Times, hay un 50% más de ciclistas que cruzan diariamente los puentes de Manhattan. «En todo el mundo se está experimentando un fuerte auge del uso de la bicicleta y, entendemos que, conforme se vaya retomando la actividad en España, sucederá lo mismo», confía Carlos Nuñez, secretario general de la Asociación de Marcas y Bicicletas de España (Ambe).

Tras la declaración del estado de alarma, en toda España, y concretamente en València, se produjo una reducción histórica de los desplazamientos en bici. Según las estadísticas, del Ayuntamiento, en la Avenida de Los Naranjos llegó al -97,4% y, en otros otros puntos, la media fue del 91,4%. El efecto ya se está revirtiendo, pero lejos de volver a los índices anteriores, el consistorio suma un nuevo objetivo para los próximos meses: que los que nunca pensaron en moverse en bici se lancen al asfalto.

«No podemos permitirnos volver a la situación anterior de contaminación, que provoca miles de muertes al año», afirma la coordinadora nacional ConBici. «Hemos descubierto una ciudad nueva y tenemos la oportunidad de preservarla», conviene Antón Buitrón, portavoz de València en Bici. «El descenso de los desplazamientos nos permite escuchar pájaros en las calles, que la gente hable de balcón a balcón en las avenidas e, incluso, hemos ayudado a la limpieza de la atmósfera y la contaminación acústica. Tenemos una nueva mirada de la urbe para nuestras retinas», añade Belén Calahorro, coordinadora de la Agencia Municipal de la Bicicleta. Políticos y ciudadanos están de acuerdo.

Pedalear en el nuevo mundo

La promoción de la bicicleta entre la ciudadanía ya es una realidad en Francia, donde la ministra de Transición Ecológica, Elisabeth Borne, decidió tomar medidas a principios de abril. Aunque su análoga española, Teresa Ribera, manifestó mediante Twitter que la idea le parecía «buenísima» y prometió que la estudiaría en profundidad, hasta el momento se ha limitado a enviar una carta con sugerencias a la Federación de Municipios y Provincias (Femp). A falta de un presupuesto estatal, las ciudades trabajan por su cuenta en planes urbanos de diferente calado, como sucede en València. «Para que la movilidad sostenible se desarrolle necesitamos equipos en todos los niveles territoriales. Y ya no basta con las campañas de concienciación, hay distintos ejes de acción», admite Belén Calahorro.

➜ El regreso de los servicios públicos
Con el inicio de la pandemia, los servicios de alquiler de bicicletas se paralizaron en todas las ciudades españolas, algo impensable en países como Alemania o Inglaterra. «Es más fácil desinfectar las bicicletas que los supermercados», critica Antón Buitrón, quien no llegó a comprender la decisión. Para enmendar el error, Madrid y Barcelona ya han procedido a la reactivación, y València no tardará en hacerlo. Eso sí, todas las ciudades deberán atenerse al Real Decreto 463/2020 del 14 de marzo, que establece medidas como la limpieza diaria de los vehículos y las estaciones, la reducción del servicio hasta un 30% en intervalos de hora punta (75% en festivos), o las indicaciones concretas para el usuario. Entre ellas, guardar las distancias y pulsar pocos botones.

➜ Ampliación y creación de carriles bici
Entre las medidas urgentes que piden los colectivos ciclistas están «la creación táctica de vías ciclistas y la mejora de las existentes». Esto viene a ser, facilitar la movilidad activa. «Hay infinidad de coches ocupando las calles, ya sea en circulación o en estacionamiento, mientras que nosotros nos tenemos que conformarnos con carriles bici que son ridículos y pequeños», protesta el portavoz de València en Bici, quien cree que en tiempos del coronavirus, «es especialmente importante garantizar la amplitud de los trazados y la distancia interpersonal». A esta postura se suman otros grupos ecologistas, entre ellos Greenpeace, que sugiere implantar «carriles bici rápidos en las grandes avenidas, empleando parte del espacio que antes se dedicaba a los coches». No solo es una medida reversible, sino que conllevaría «un coste muy reducido, sin necesidad de obras». Vallas, señales y pintura, siguiendo el paradigma de Berlín.

➜ Estaciones, aparcabicis y redes interurbanas
«Hasta la Agencia Municipal de la Bicicleta no han llegado solicitudes de aparcamiento adicional en los centros sanitarios, pero estamos receptivos a este tipo de propuestas», asegura la coordinadora del organismo. En un mundo azotado por el Covid, no pueden faltar estaciones cerca de los los hospitales. Tampoco se descarta la ampliación de la red Valenbisi en pos de conectar más barrios. Cabe recordar que, entre las peticiones más antiguas de València en Bici se perpetúa, precisamente, «la necesidad de una infraestructura interurbana y de largo recorrido» para facilitar los desplazamientos a kilómetros de distancia y entre los municipios circundantes. También la apuesta por la intermovilidad, que permitiría el transbordo entre distintos medios de transporte.

➜ Mayor seguridad vial
No es una reivindicación nueva, pero sí una reivindicación urgente. «Si queremos fomentar el uso de la bici, debe ser agradable circular por la ciudad», dice Buitrón. Que haya más trazado, claro, pero también que sea más transitable. ConBici habla de reducir la velocidad de los automóviles en las ciudades, hasta un máximo de 30 km/h, sobre todo si existe un solo carril para el uso compartido de coches y bicicletas. «Este factor haría disminuir la accidentalidad vial y animaría a la gente a pedalear», cree la asociación. En la misma línea, sugiere la regulación de los ciclos semafóricos a favor de ciclistas y peatones, o permitir ir a contramano en calles donde el flujo de coches sea muy bajo, aprovechando la situación de excepcionalidad de las avenidas.

➜ Menor presión policial
Y no, esto no significa dejar de regular el tráfico de los ciclistas, sino reducir la presión no justificada, y por desgracia enfurecida. «Los controles fueron brutales los primeros días, era acoso y derribo. En dos salidas que hice para trabajar, me identificaron siete veces. Ahora que se ha aprobado nuevas medidas, parece que esta situación empieza a relajarse», protesta el portavoz de València en Bici. Y a continuación, explica Belén Calahorro: «Hemos recibido informaciones puntuales. Por eso, en las redes sociales hemos visibilizado que los desplazamientos que se realizan en bici no tienen por qué ser deporte y que el desplazamiento en bicicleta es el idóneo en la ciudad». Por tanto, los ciudadanos están autorizados a realizar la compra también sobre dos ruedas.

El sector ante el pinchazo

El nuevo orden de movilidad, con la bicicleta como elemento nuclear, requiere de usuarios convencidos, pero también de profesionales diligentes que presten sus servicios. Porque,¿qué pasa si la bicicleta se nos estropea? Pues mientras que en países como Holanda o Bélgica los talleres de ciclos han permanecido abiertos todo este tiempo, con igualdad de condiciones con respecto a los de coches, en España se les obligó a clausurar los locales durante las primeras fases del estado de alarma. «Es un sector al que se ha abocado a pasarlo mal, y la verdad es que no había un porqué», lamenta Antón Buitrón. Desde la Confederación de la Industria Europea de la Bicicleta (Conebi) se prevé una reducción del 40% en los volúmenes de producción y una pérdida del 30 al 70 % en los negocios.

«La única forma de ayudar en estos momentos es, por un lado, agilizando la tramitación de los ERTE y, por otro, facilitando liquidez mediante las garantías ICO», reivindica Carlos Nuñez, secretario general de la Asociación de Marcas y Bicicletas de España (Ambe). La organización ha lanzado la campaña nacional #CuídateEnBici, para redoblar la apuesta por el vehículo de dos ruedas. «Pero la labor va más allá de la concienciación», como dice su portavoz. Las sugerencias de ConBici son «la aprobación de una fiscalidad favorable a la bici y planes específicos de incentivos económicos para la adquisición». Una idea ya comentada son las primas para los trabajadores que acudan a sus puestos a pedal.

El Ayuntamiento de València también ha puesto en marcha una encuesta municipal con el objetivo de evaluar los daños económicos sobre el sector de la bici y adoptar soluciones en consecuencia. Atendiendo a los resultados preliminares de abril, el 88% de empresas encuestadas ha tenido que cerrar sus servicios y casi el 60% está en ERTE.

Repartir con montacargas

Javi trabaja para Encicle, empresa valenciana de bicimensajería, que está especializa en distribuir todo tipo de productos. En estos meses no ha dejado de prestar sus servicios, cumpliendo con todas las medidas de seguridad, como el distanciamiento a la hora de efectuar las entregas. Mientras que al principio se enfrentaba «a una ciudad vacía», admite que con el paso de los días «se están viendo más bicicletas». Como los autobuses viajan sin pasajeros, y las furgonetas son las menos en la calzada, presagia que se podría estar produciendo un cambio de orden. «Determinadas empresas dedicadas al transporte de alimentación, paquetería o mensajería en bici han multiplicado por tres o por cuatro su volumen de trabajo en unas semanas. Visto lo visto, no descartamos que sigan creciendo, o que se sumen otras nuevas», avisa. De repente, paquetes apilados en el montacargas.

Quizá sea momento de recordar que, durante los días más duros de la pandemia, algunas de estas compañías y sus correspondientes trabajadores prestaron servicios voluntarios por mera solidaridad. Recogían mascarillas, guantes y material sanitario para entregarlo en hospitales, centros de salud o, directamente, a personas vulnerables. Algo similar ha sucedido con las empresas de alquiler bicicletas, que han cedido gratuitamente vehículos a trabajadores esenciales, por ejemplo, sanitarios, personal de limpieza o empleados de supermercados. Incluso empresas de parking de bicis y talleres de reparación que han puesto a disposición de la ciudadanía su espacio privado y su mano de obra de forma gratuita. Porque la ciclologística está acostumbrada a la colaboración ciudadana.

¿Cómo será el transporte Post-Covid?

Es fácil imaginar la movilidad que queremos en el mundo Post-Covid, pero no la que será. El virus ha llegado para quedarse, al menos durante un tiempo. Y con él, determinados hábitos, que no siempre son negativos, como el impulso del teletrabajo, el consumo en los comercios próximos o la movilidad a pie. Desde luego, volverse hacia el motor, los humos y los atascos sería un grave error, tanto a nivel ambiental, como sanitario, dado que la polución es uno de los vectores de contagio que se analizan. Nos queda aprender. Ser agentes activos en la construcción del futuro deseado. Un futuro que no incluye naves voladoras ni trenes supersónicos, al menos de momento. Un futuro que puede ser más sostenible y ecológico; más sano y equilibrado; y en consecuencia, más divertido y feliz.

En la imagen, Flecha, bicimensajero que ya es un agente conocido en la ciudad.

Mientras, en el resto de Europa

Nuestros vecinos del Norte nos llevan la delantera en esto de la bicicleta. Así lo reflejan las diferentes medidas que se han adoptado en otros países de la Unión Europea durante la crisis del Covid-19. Medidas que, en el futuro, harán más sencillo el uso de la bicicleta:

 

pxfuel.com

Francia
Están desarrollando planes de urbanismo estatales, de los que se encarga el histórico ecologista Pierre Serne. Apuestan por las infraestructuras temporales, de modo que en ciudades como Montpellier ya se han asimilado partes de la carretera para la circulación de bicicletas, incluyendo los bulevares.

Alemania
Lo dicho: en Berlín han pintado carriles bici sobre la calzada para duplicar el espacio, algo que tiene fácil reversión. Los talleres de bici han permanecido abiertos todos los días de la pandemia en las mismas condiciones que los de coches.

Países Bajos
Con 22,8 millones de bicicletas y 37.000 kilómetros de carril propio, no se plantean incentivo alguno: ellos ya son el país de las bicis. De hecho, su problema ha sido la densidad, de modo que han tenido que mejorar los carriles y establecer distancias de seguridad de 1,5 metros para separar a los ciclistas.

Bélgica
Básicamente, siguen amando la bicicleta como siempre. Las autoridades han permitido en todo momento su uso, tanto con fines deportivos como para el transporte.

Portugal
Lisboa es una ciudad con grandes desniveles y apenas tiene 60 kilómetros reservados para el carril ciclista. Ahora estaban plena ampliación, pero las obras se han visto paralizadas. El Gobierno valora su reactivación inmediata.