Todavía hay especímenes salvajes por domesticar dentro del ecosistema urbano. O precisamente lo contrario: por preservar. El fotógrafo madrileño Javier Marquerie es uno de ellos, observador agudo de la realidad que le envuelve, pero apasionado de la que se imagina. Esta última transcurre en entornos verdes, coherentes y libres.
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