La ciudad de València ha avanzado en el último año en la recuperación de espacio para el peatón y el transporte público, pero tiene retos pendientes, como cambiar su modelo de gestión de residuos y avanzar en la implantación de la agroecología.

Así lo recoge el informe «Ciudades en pandemia, un año después», en el que la organización ha analizado las medidas que cinco ciudades españolas han implementado durante los últimos doce meses, entre ellas València, y en el que a nivel global califica este año de oportunidad perdida para mejorar las ciudades tras el confinamiento.

No obstante, evalúa positivamente las medidas implementadas en València respecto a espacio urbano y transporte público, si bien pide más ambición en las medidas de alimentación y propone que se siga instaurando la agroecología en la ciudad.

Greenpeace afirma que el Ayuntamiento no creó calles peatonales en festivos durante la desescalada, pero sí aprovechó las circunstancias especiales para acelerar importantes proyectos en materia de movilidad y espacio público.

Entre ellos, destaca la peatonalización de la Plaza del Ayuntamiento, «uno de los mayores ejemplos de urbanismo táctico realizados en 2020», o la reordenación de la calle Colón, donde «el coche deja más espacio para el transporte público y la bicicleta».

Foto: Kike Taberner

En materia alimentaria, indica que los colectivos agroecológicos de la ciudad «han tenido que estar empujando» para tener mercados de venta no sedentaria, para lograr que el Ayuntamiento se comprometa a abrir cuatro nuevos mercados agroecológicos, e incluso para poder ir al huerto durante el confinamiento.

«Este año de pandemia ha sido un año de oportunidades perdidas, ya que la transformación de la ciudad de Valencia podría haber sido mucho más fuerte actuando sobre las autopistas urbanas y haciendo que los productos sostenibles de proximidad fueran mucho más accesibles para la población», expone el documento.

Asimismo, Greenpeace considera que València tiene «mucho que avanzar» en materia de residuos y debe hacer una «apuesta decidida» por las políticas que primen la reducción y eliminación de los envases de un solo uso, así como exigir a la Generalitat la implementación de un sistema de Depósito, Devolución y Retorno de envases «real, y no el modelo fallido de Reciclos».

Según el informe, actualmente solo recupera un 21 % de sus envases domésticos en el contenedor amarillo, mientras que el resto, los que acaban en el contenedor de resto y recogidos en calles y papeleras, cuestan al Ayuntamiento 38,4 millones de euros al año.

“València fue capital mundial de la alimentación en 2017, por lo que debería ser un ejemplo nacional e internacional implantando la agroecología en la ciudad y reduciendo el consumo de carne para mejorar su sistema alimentario actual», ha señalado Fernando Fernández, coordinador de Movilización de Greenpeace.

A su juicio, la ciudad debe ser «un ejemplo» en la ampliación de espacios públicos y en su gestión de residuos, y debe continuar extendiendo» la incipiente red» de mercados agroecológicos y poner en marcha una compra pública de productos ecológicos, de proximidad y de temporada en los comedores públicos de su competencia.